Todos nos enfrentamos a sorpresas en el camino vital, y algunas de ellas -tan crueles en cualquiera de sus dimensiones-, capaces de enajenar la voluntad de proseguir, de vaciar de contenido tu haber y desplazar elementos de la lista de deberes. Somos lo que somos, y en nuestra volatilidad, aquello que nos construyó merece el dolor de despegar la arena de la herida y saltar los obstáculos que nos atemorizan.
Así, como en todo nuevo curso académico y cultural, los músicos nos entregamos a la fantasía de imaginar escenarios, sonidos y emociones. Nos encerramos en nuestros estudios, en una burbuja que, al final, es más real que la vida misma, y diseñamos ese instante de catarsis que el público experimenta como espontáneo, etéreo y al tiempo indeleble en el recuerdo. Y es en esa consecución cuando honramos las ausencias y elevamos los por qués de nuestro duelo en motivación de transformación de nuestro entorno, de aprendizaje y transmisión, de arte.
Por otro, también bajo la línea de innovación de AEIAP y con la interacción del Aula de Rock y Creación Underground de la Universidad de Córdoba, un original proyecto del que poco voy a desvelar aún, pero sí apuntar a que no dejará indiferente a nadie, ya que nace para mestizar estilos y dimensionar la música, y eso...y eso no siempre gusta a los puristas, aunque estoy seguro que será un foco de atención del público melómano, verdadero objeto de nuestra atención.
Nos vemos pronto y que el show no cese.